Tuve que ir a Chiclayo ya que me dijeron que ahí encontraría a Taz, un perro, criatura adorada por mi mejor amiga, ella estaba en una depresión muy grande y me pidió como favor y me hiso prometer que la traería de vuelta. “Hazlo por mi” me dijo. Me dio la dirección a la cual tenía que ir y con sus ojos llorosos me dijo “gracias”.
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